lunes, 15 de mayo de 2017

Una partida olvidada

Un historiador del juego ciencia, estaba recolectando todas las partidas de un célebre torneo internacional, disputado hace varios años. Todas las partidas habían sido archivadas en papel, ya que en la época en que se disputó la mencionada competencia, aún no existían los actuales registros informáticos. Sin embargo, una de las partidas más importantes, la que había enfrentado a quienes finalmente serían el campeón y el vicecampeón de la competencia, se había dañado por la humedad que había en esas cajas donde se habían guardado las planillas durante años.

Puesto a la tarea de hacer un completo informe para una revista especializada, nuestro historiador estrella no podía darse el lujo de dejar afuera la partida más importante de aquel torneo. Así que emprendió con el método más viejo que conocen los historiadores: el de recolectar testimonios de los presentes aquel día.

Claro que no fue una tarea sencilla. Primero, recorrer los clubes de ajedrez de Lyon, la ciudad francesa donde se desarrolló el torneo. Encontrarse con que uno de los organizadores ya no vivía en Francia, otro había fallecido, y el restante nunca contestaba el celular.

Cuando Douglas Harrington logró hablar con Phillippe Dacount, descubrió que el inglés de su interlocutor hacía bastante difícil la comunicación. Pero al menos, logró extraer muchas anécdotas jugosas sobre el torneo, que mejoraron la crónica que se hallaba escribiendo, los nombres de varios testigos presenciales del juego, y el recuerdo de Phillippe de la posición final de la partida. Aunque este era muy vago, y ofrecía muy poco para su reconstrucción. Pero al menos, Phillippe le dio algunos datos:

- Recuerdo que la partida había sido muy reñida. Estaban llegando al final, ninguno de los dos tenía ya sus damas en el tablero, y sólo quedaban 5 piezas por bando. Pero Bent Larsen, que llevaba las blancas, tenía aún una pequeña ventaja material – dijo un reflexivo Phillippe, con un enorme esfuerzo.

- Y no recuerdas nada más, acerca de esa posición?

Phillippe se quedó pensando un rato. Luego agregó...

- Si, me acuerdo de algo que me pareció muy curioso: ninguna pieza blanca amenazaba a ninguna pieza negra, y viceversa.

- Ajá, ese es un excelente dato... y algo más?

- Sí... recuerdo que mi hijo, un gran ajedrecista, pero más aún un interesado en las curiosidades del juego, me comentó en aquel momento que ninguna pieza de David Byrne atacaba la misma casilla que otra de su mismo bando. No había casilla del tablero defendida por dos de sus piezas al mismo tiempo...

- Eso es muy curioso! Y le hizo algún otro comentario llamativo, ese hijo tan sagaz que usted tiene?... Se llama...?

- Mi hijo? Se llama Antoine... Y sí, ahora que lo recuerdo, me dijo algo que me resultó casi un acertijo... pero claro, lo entendí enseguida. Me dijo así: “Las únicas dos piezas negras que se encuentran en el flanco de dama, atacan casillas de diferente color entre sí: una ataca casillas blancas, mientras la otra, casillas negras. Pero además, por curioso que parezca, ambas se protegen entre sí!.”

- Increíble! No puede ser...

Douglas solo reflexionó un instante ante la irónica mirada de Phillippe.

- Oh, sí! Tiene usted razón! Qué torpe fui! Pensé que...

- Sí, pensó lo que todos piensan, pero veo que ya se dio cuenta de lo que hablaba Antoine... -lo tranquilizó Phllippe, con un aire triunfal-. Pero mi pequeño agregó algo más: “esas dos piezas misteriosas, se encontraban ubicadas una en la quinta fila, y la otra en la sexta”.

Douglas asintió con la cabeza. La conversación siguió por largas horas, y muchos temas de miles de torneos salieron a la palestra. Pero ya no logró que Phillippe lo ayudara más con esa diabólica partida.

El historiador agradeció, se retiró con su libreta de anotaciones bien cargada, y empezó allí mismo a organizar una reunión en el Lyon Olympique Eches, con varios de los testigos de aquella épica jornada que mencionó amablemente Phillippe.

Al otro día, después de las 17:00 hs., ya todos los convocados al encuentro estaban presentes, y se entretenían con unas partidas rápidas.

Douglas, recién llegado, saludó cortesmente y se dirigió a ellos.

- Caballeros, lamento interrumpir estas interesantes partidas. Veo que son todos ustedes expertos jugadores de ajedrez... Pero es que mis horas en Francia están contadas, y debo terminar este artículo para Chess Café. Ya todos saben de qué hablo, pues se los comenté telefónicamente a cada uno de ustedes. De modo que si alguien tiene algún dato que aportar, por minúsculo que le parezca... Sepan que cobro muy bien por este trabajo, y recompensaré la gentileza de todos ustedes como se merecen...

Un hombre alto y corpulento, de unos setenta años y una mirada inquisidora, lo interrumpió secamente.

- Vea, Mr. Douglas... En verdad nosotros hemos llegado al Lyon Olympique hace ya más de dos horas. Hemos discutido todo este asunto, y no sin dificultad, hemos logrado reconstruir la posición en la que Larsen dio jaque mate a Byrne. Pero hemos decidido hacerle una pequeña apuesta. Si usted logra descifrar la posición antes de esta noche con las pistas que le daremos, no sólo no le pediremos ni un euro, sino que además le invitaremos a cenar... caso contrario, créame que mañana por la mañana usted recibirá toda la información que necesita.

- Bien, me la han puesto difícil! Pero bueno, el ajedrez me apasiona... así que acepto el reto!- replicó Douglas, muy feliz de que al menos, mañana por la mañana tendría la solución sobre su escritorio...

- Perfecto, Mr. Douglas- celebró el hombre mayor, que luego se presentaría como Gerard- Aunque no le diremos todo cuanto sabemos, ya que entendemos que Monsieur Phillippe le ha ayudado ya bastante, con sus recuerdos y con los datos que aportó su hijo Antoine... De modo que...

- De modo que solo le daremos los siguientes datos –interrumpió un anciano de apariencia muy débil, pero de voz muy firme que se encontraba junto al investigador, con su brazo izquierdo apoyado sobre un tablero en el que podía observarse la posición de un famoso final de Troitzky-. Lleve esta nota a su hotel. En ella están los datos necesarios para desvelar el misterio. Lo esperamos a las 21 en “La Merciere”.

Douglas tomó la nota, agradeció a los asistentes y se retiró... No tenía tiempo que perder! Una vez en el hotel, tomó su libreta de anotaciones, en la que había registrado todo lo que le había comentado Phllippe, el ajedrez que llevaba a cada viaje, y la nota que le entregaron en el Lyon Olympique, que decía lo siguiente, en un perfecto inglés:

 Ninguna pieza, de ninguno de los dos bandos, se encuentra en terreno adversario.

 Hay una pieza blanca que ataca simultáneamente el punto a6 y el h7

 Los peones blancos atacan sólo las casillas h3, g3 y f3

 El rey blanco se encuentra en un rincón, y sólo puede mover a una casilla.

 Los peones negros atacan todas las casillas que van desde h6 hasta e6.

 El rey negro puede mover a f8, pero no a d8.

 La pieza que da el jaque mate, se encuentra en la primera fila horizontal.

 En este estado de cosas, Larsen movió y dio Jaque Mate.

Douglas leyó atentamente todo. Probó una y otra vez las diferentes posibilidades que se le presentaban. Pensó, pensó, pensó...

Eran las 20:55. No había demasiada gente en el centro de Lyon. La noche era oscura y fría. Douglas llegó a “La Merciere” antes que casi todos. Pero sólo mostró la solución antes de que el maitre traiga la adición. Un sonoro aplauso acompañó entonces, a los últimos sorbos del buen vino francés que amenizó una larga velada plagada de historias tejidas sobre el tablero...

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